jueves, 7 de junio de 2012

El transporte desde una óptica sistémica

Dice un principio urbanístico, que cuando se hace una obra vial para agilizar el tráfico, para cuando esta se termina ya es insuficiente, para las necesidades del momento. Esto nos lleva a la conclusión, que el problema de la movilidad en las ciudades se tiene que resolver de otra manera que no sea haciendo más avenidas, calles, vías rápidas, pues estas acaban siendo gigantescos estacionamientos vehiculares. Esa otra manera es el transporte público colectivo. En él deben de recaer las mayores inversiones, los planes y programas en materia de transporte. En la medida en que se cuente con un buen sistema de transporte público colectivo bajará necesariamente el uso de los automóviles particulares. Y esto redundará en beneficio de toda la población de la ciudad. Tener un buen sistema de transporte colectivo supone la consideración de varios factores, desde el consumo de energía, el tipo de combustible, las rutas, la comodidad de los vehículos, la administración y operación, la capacitación del personal operativo tanto en lo técnico como en lo humanístico y las normas de tránsito, el mantenimiento de los transportes y su infraestructura necesaria, así como las cuestiones de índole laboral. Desafortunadamente, rara vez se consideran todos estos elementos en su conjunto a la hora de diseñar los programas y políticas de transporte y menos aún a la hora de operar dichos sistemas. Las consecuencias de dicho error son previsibles, caos, desorden, accidentes frecuentes, pérdidas humanas y de recursos materiales, pérdidas en horas de trabajo, etc.
Por tal motivo, se deben de diseñar y  planificar los sistemas de transporte de manera integral y holística de tal manera que los factores arriba señalados sean tomados en cuenta desde un principio, pues si no se hace de esta manera se seguirán dando problemas cotidianamente, en los que el ciudadano, el usuario y pasajero, saca siempre la peor parte. De nada sirve tener los mejores vehículos del mercado, si no se les da mantenimiento adecuado, o se les utiliza en condiciones para los que no están diseñados; de nada sirve tener vehículos muy modernos, si los operadores siguen siendo unos patanes irresponsables; de nada sirve tampoco que los operadores estén muy bien capacitados y educados, si las condiciones de trabajo y los salarios son malas y los hacen trabajar a disgusto.
Si bien hay que considerar muchos factores, el principal y básico es el usuario. Es a parir de él y sus necesidades de transporte que los sistemas deben de ser diseñados. Luego habrá que sumar elementos como el cuidado y protección del medio ambiente, la prevención de accidentes o la acción de delincuentes, contar con rutas idóneas, introducir tecnologías de punta, etc. que hagan el transporte más eficiente, cómodo y seguro.
Al usuario hay que facilitarle el traslado ya sea que utilice una o más rutas, uno o más medios de transporte. Que pueda pasar de un sistema de transporte a otro de la manera más rápida y sencilla, a los costos más bajos y con la mayor seguridad posible. Todo lo que aporte en ese sentido debe ser incorporado y utilizado a la hora de diseñar, construir y operar medios de transporte.
Así pues, el tema del trasporte en las grandes ciudades debe ser tratado de manera holística e integral, desde una óptica sistémica.

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