martes, 6 de diciembre de 2011

Mexicana de Aviación, la consigna: desaparecerla a cualquier costo

Ya han pasado, días, semanas, meses, más de un año, y no hay visos de que Mexicana de Aviación vuelva a volar. Esto es sin duda el resultado de un gobierno corrupto e ineficiente que no quizo aplicar las medidas pertinentes y oportunas para mantener trabajando a la líea aérea. Y nos las quizo aplicar, siendo su obligación, por la amistad directa del presidente Felipe Calderón con el empresario de la radio y la hotelería Gastón Azcárraga, que ya debía haber sido investigado, por provocar la sangría de recurso de la empresa aeronáutica. Don Gastón sigue tan campante bajo la protección presidencial, mientaras miles de trabajadors de la empresa y de otras compañías con la que la línea mexicana trabajaba, vieron perdidos sus empleos definitivamente. Lo lamentable es que nadie en el gobierno calderonista haya alzado la voz en defensa de la empresa, verdadera insignia de la aviación mexicana, y si alguien lo hizo, el que sus razones no hayan sido atendidas en Los Pinos, residencia oficial del presiente de la República. Sobre la razón y las obligaciones del Estado se impuso el amiguismo y el cuatachismo, el tráfico de influencias, los arreglos poco claros bajo la mesa que hoy permiten la impunidad del Sr. Azcárraga y sus socios. Cuesta trabajo pensar que un presidente de la República cometa tal violencia contra una empresa mexicana de reconocimiento internacional por ayudar a un cuate a seguirse enriqueciendo desmesuradamente a costa de mandar a la quiebra a la línea. pero el presidente del empleo se convirtió más bien en el presidente del desempleo, como lo es de la violencia y de muchos más de 50 mil muertos, más heridos, desaparecidos y desplazados. El caso de Mexicana de Aviación no es sino un caso más que se suma a la larga lista de agravios que Calderón ha cometido contra su propio país, por beneficiar a sus cada vez menos amigos y amigas. Eso sí, cada vez más ricos. Seguramente Calderón todavía no piensa en lo que pasará al otro día de que deje la presidencia, en el lapidario juicio de la historia que no lo va a dejar nada bien parado. Si en lugar de beneficiar tan descaradamente a su amigo, Calderón hubiera mantenido en operación a la línea aérea, seguramente ya la habría podido vender más fácilmente, lo que hace suponer que él mismo no quiere que la empresa vuelva a operar, para dejar el campo abierto a que líneas extranjeras se hagan cargo de las rutas que dejó libres Mexicana. La consigna parece ser desaparecer a cualquier costo a Mexicana como sucedió antes con Luz y Fuerza del Centro. Esto es un paso más en el camino de la pérdida de soberanía pero también en el sentido del debilitamiento del aparato económico nacional, que va quedando más y más vulnerable a los embates de la economía internacional globalizada. ¡Pobre México, tan lejos de Dios y en manos de Calderón!.

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